Música

miércoles, 27 de abril de 2011

NO ESTOY

Me voy. El cielo ilumina mi camino. Su resplandor ruge porque es el fin. Grandes fauces quieren atraparme. Y yo no me opongo. 


          Mis latidos, al contrario de mis pasos, son vertiginosos. Y escucho sin cesar el canto de los insectos en mi oído.

El cielo aún no me alcanza. Su paso sereno me da la oportunidad de escapar. Pero no lo hago. No hay motivo para huir del destino.

Todavía siento la caricia del viento que me conduce a mi destino. Mi fin se ha retrasado y mi corazón también. Es natural que sus latidos prolongados sigan el ritmo de la noche. Lenta. Pasiva. Ahora esperare sentado.

Ha pasado poco tiempo. El canto de los insectos en mi oído ha terminado. El viento cada vez más fuerte peina mis cabellos para cierto lado y hacia algún otro. El resplandor eléctrico a mi espalda sigue vivo y cobra fuerza con la entrada de la noche. El rugido del cielo en el fondo. Esperare un momento o tal vez dos.

He encontrado un refugio temporal. Sé que el viento se lo llevará antes de que termine de escribir estas palabras.

Ahora la lluvia cae sobre mi espalda desnuda. Sus gotas laceran mi piel. Desearía que pasara lo mismo con mi corazón. Así lo sentiría vivo aún pues ahora muestra un semblante inerte.

Todo esto ha sido breve. La noche ha arropado al cielo y lo ha calmado aunque éste ha llorado un poco. Parece un niño. Mi destino esta en las manos de la naturaleza infantil y certera y lo que hace es jugar con mi vida. 

Estas líneas parecen que llegan a su fin. Después de esta corta noche y narración, dudo que alguna vista ajena a la tuya y a la mía comprenda de lo que estoy hablando. Pues todo esto lo he escrito porque te amo.


27 julio 2010

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