Música

miércoles, 27 de abril de 2011

ENSAYO SOBRE LOS OTROS SENTIDOS

“Las catástrofes tienen una manera sombría de arreglar las cosas”
V. H.

¿Por qué Saramago escogió la vista para prescindir de ella en Ensayo sobre la ceguera? A continuación contestaré a esta pregunta.

             Ensayo sobre la anestesia.

Había una vez una mujer que tendría relaciones y estaba en el prefacio del acto, en el juego de besos y caricias, llegó el momento en el que dejó de sentir el contacto físico de su compañero, no había sensación alguna de placer. Ella pensó que era normal que un hombre no la satisficiera, no había por qué preocuparse, tarde o temprano llegaría el hombre que la hiciera sentir mujer nuevamente, como las veces anteriores a ésta, lo que ella no sabía era que había perdido la sensibilidad. Se dio cuenta de ello cuando pretendía irse de aquel cuarto donde se consumó el acto, no sentía su cuerpo fatigado, estaba sobre la cama y cuando decidió levantarse cayó al suelo, pues no sintió el peso de su cuerpo contra el piso, duró ahí unos momentos y de nuevo intentó levantarse, imposible fue para ella, no tenía noción de su insensibilidad, completamente anestesiada, así que no pudo pararse. Murió de hambre o de frío, tal vez de soledad, era su departamento donde se presentaba esta escena. El amante seguía en la cama, también intentó levantarse pero él ya no tuvo fuerza para hacerlo, su entrega la noche anterior lo había cansado, más la anestesia que ahora padecía, era el fin de esos dos amantes. Hasta que el insoportable hedor llegó a los vecinos del edificio se dieron cuenta de lo que había pasado pero no encontraban una explicación, no había rastros de violencia en aquellos cuerpos, simplemente pensaban que habían muerto de placer pues los dos estaban desnudos, él en la cama y ella en el suelo, qué noche debió ser aquella, pensaron algunos.
            Pero la historia termina ahí, no hubo más casos, ya que la nueva enfermedad sólo es transmitida vía sexual, ella lo contagió a él, ella era portadora y él el mejor huésped para esta enfermedad, pero fue un caso aislado, sería una historia de amor donde mueren los dos enamorados, en este caso, los dos necesitados y por esta razón no existió epidemia.

            Ensayo sobre la anosmia.

Marta era una mujer ya grande, sus pasos lentos y cortos, de vez en cuando se apoyaba en el bastón que usaba su esposo, ahora era viuda, pero un día estuvo felizmente casada. Sus hijos ya tenían sus propios hijos, ella vivía en la casa que perteneció a su padre y a su madre, era hija única. Su compañía era la soledad, y de vez en mes la dejaba sola. Era la hora de la comida y ella no tenía hambre, había preparado ya la comida pero no tenía apetito. A qué se deberá la falta de apetito, no se sabe hasta ahora, quizás lo sepas por el título de este breve relato, la falta de apetito se debe a la anosmia que sufre Marta. Sin olfato no hay apetito, sin embargo, Marta no lo sabía y esperó a que le reclamara el estómago un poco de comida, alimento para seguir trabajando, fue a la cocina y tomó su plato, pero a la hora de comerlo sabía diferente, sabía asqueroso, no tenía olor ni el mismo sabor que ella esperaba que tuviera su alimento. No pudo comer, era insoportable aquel olor. Así pasaron días y más días. Sus dos hijos la visitaban los sábados. La enfermedad comenzó un domingo por la tarde. Enfermedad de viejos. Marta murió.
            Si te preguntas por qué fue tan breve este ensayo sobre la anosmia es porque el estimado ensayista parece padecer hiposmia, algo como la anosmia pero no tan grave, puede ser sólo alucinación del propio autor. 

            Ensayo sobre la anorexia.


Prudencia y seriedad ante todo. Abordar temas delicados no es la especialidad del que escribe. Hay libros especializados en esta enfermedad. A lo mejor por esto Saramago no quiso hablar.

            Ensayo sobre la sordera.

Imagínate escuchando alguna pieza de Beethoven, Mozart, Chopin. Escucha los susurros del viento. Vas escuchando cada vez menos, tu mamá te dice que es por los audífonos que los traes todo el día y que te vas a quedar sordo, haces caso omiso a la advertencia de tu madre, eres joven y rebelde, no siempre pasa lo que dice nuestra madre, le creímos una vez con el coco y nunca llegó, el señor de la basura jamás tocó a tu puerta para llevarte. Ahora ya no creemos esos cuentos de las mamás, sólo lo hacen porque tienen envidia de la música que tú escuchas, porque ésa sí es música, no Ricky Martin ni tonterías que escucha la vecina. Deja ya de pelear, deja de darle importancia, ponte los audífonos y que sigan hablando, finalmente nadie los escucha. Otro día, un día más y todo parece normal. Sigues con tus audífonos y no escuchas a tu madre, prefieres subir el volumen y asentir con la cabeza a lo que sea que tu madre dice. Como sea, estas harto de todo y de nada, estas harto de leer ensayos sobre los otros sentidos de un autor desconocido. Prefieres oír un ruido armónico que escucharte, que escucharme, que escucharlos, no es algo extraordinario, se llama juventud acompañada de un erróneo concepto de rebeldía. Eres sordo y testarudo.

 ¿Entonces por qué Saramago decidió hacer un ensayo sobre la ceguera?

Primero, el tacto no es algo con lo que no se pueda vivir, seríamos como un paciente con anestesia general en el quirófano y personajes así no sirven para lo que quiere expresar José Saramago.
            Después, la anosmia, hasta el momento no tiene una relación elocuente con los problemas sociales y debido a su rareza queda descartada como opción. También la anorexia, un tema bastante difícil de abordar, sería mejor no jugar con él.
            En fin, nos queda la sordera y la vista. Los que no escuchan se aíslan del mundo, de la realidad, son egoístas y no tienen deseos de cambiar; del otro lado están los ciegos, ellos sí ven la realidad, pues ven lo que todas las demás personas no pueden ver, eso que no se sabe qué es, pero lo ven, puede ser el alma, la esperanza, eso quiere Saramago, que veamos que estamos ciegos, que no vemos lo que somos hasta que ya no vemos, cuando estamos muertos.


            “…pobre tú cuando os encontréis, ciegos de ojos, ciegos de sentimientos, porque los sentimientos con que hemos vivido y que nos hicieron vivir como éramos, nacieron de los ojos que teníamos, sin ojos serán diferentes los sentimientos, no sabemos cómo, no sabemos cuáles, tú dices que estamos muertos porque estamos ciegos…”

            José Saramago (Ensayo sobre la ceguera, p. 322)


25 marzo 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario