Música

jueves, 14 de marzo de 2013

NADIE SABE DE DÓNDE VIENE NI CÓMO LLEGÓ HASTA AQUÍ


Marchaba despacio, con paso firme. Atravesaba las calles y avenidas, las horas y los días, para llegar en el momento indicado, a la hora señalada. No quería llegar antes, ni después. Quería estar justo a tiempo.
            Mientras dejaba atrás las primeras hojas muertas y el ayer, entendía que, entre más cerca estuviera, más solo y desnudo estaría (porque las hojas y el pasado iban cayéndose).
            Andaba buscando la manera de no irrumpir bruscamente como el viento o el recuerdo, temía que el encuentro fuera abrupto y que te asustaras como un ciervo que escucha cerca el crujir de las ramas y que prefiere huir.
            Por eso vacilaba y ya no sabía si estaba aún a tiempo de llegar. Incluso, cuando miraba hacia atrás y veía todo lo que había dejado –una alfombra de hojas secas y muchos años sin reconocer–, dudaba de lo que hacía allí, por qué estaba aquí.
            Pero traía regalos para ti: unas pocas hojas verdes, sin leer; y algunos dulces pasados.
            Y cuando estaba frente a tu casa, yo tampoco sabía quién estaba tocando a tu puerta. No sabía si le estabas abriendo la puerta a un año más de vida, al otoño o a mí.

21 septiembre 2012 

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