Música

domingo, 5 de febrero de 2012

GUANAJUATO

(I) La ciudad

Guanajuato, tierra de muertos
habitada por vivos, o viceversa. 

Pueblo que acuna la promesa
de una independencia incipiente
cuyo derredor abraza la globalización.

Guanajuato, reducto de extranjeros
donde nadie es extranjero.

Y ranas, leones y salamancas;
y fresas, cajeta y mineras;
y dolores, estandartes y alhóndigas. 

Guanajuato, calles empedradas
que terminan en cúpulas
-alguna vez monásticas
y otras, pretenciosas.

Sempiterno cementerio 
de besos y otros evangelios.



(II) El hombre

Permanezco inmóvil, inmerso
en el espeso silencio que reina
en estas salas oscuras.

La luz de la lámpara en mi cuerpo
descubre distintos recuerdos
del porvenir que llegó muy tarde, 
que fue asfixiante. 

Desperté de un sueño que no fue eterno.
Desperté y el mundo seguía allí,
mostrándome sus seis caras sombrías.
Y yo estaba recostado sobre una de ellas,
irremediablemente enclaustrado. 

En esa sofocante oscuridad, nadie pudo advertir
mis gritos, lamentos, gestos de dolor.
Todo exponencialmente amplificado 
por el número de metros que yacía bajo tierra.

El tiempo avanzó impreciso sobre mis horas
mis días, meses y años.
Hoy, como ayer la oscuridad,
la luz lastima mis entrañas,
las penetra cercenando mi piel.

Ahora permanezco inmóvil
y soy poco menos que nada.
La luz trepana la materia corpórea
y deja una estela de sombra fragmentaria, 
incompleta -como toda existencia humana.

Soy una sombra raída por la luz,
y nunca volverá la sombra de mi sombra
para llenar los vacíos de mi vida.

Soy nada hecho de sombra
resquebrajada.

26 enero 2012

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