Cuando escribo, no soy yo: soy otro, soy el otro; pero a la vez soy el mismo objeto y sujeto que crea, que sublima la poesía, el amor, la vida, la muerte, yo.
Solo yo te he visto desnuda, le dije a la Verdad.
Solo yo te he visto desnuda, le dije la verdad.
Solo yo te visto desnuda, le dije la verdad.
Solo yo te he visto desnuda, le dije a la brevedad.
Solo yo te he visto desnuda, le dije sin cesar.
Ya llegó el otoño, ya te puedes ir, pensó ella al pensar en mí.
El que calla otorga, dicen. Mantendré mi boca cerrada para otorgarte, para entregarte este amor que alguna vez te correspondió.
A ella no le importas, ni siquiera un poco, pues nunca le importé aun cuando pude llegar a importarle un poco.
Ellos te desean, te miran, te acarician, te besan, te penetran hasta lo más profundo del alma, te hielan el cuerpo. Ellos, mis ojos.
Antaño la noche era testigo, hoy sólo me acompaña.
No por mucho madrugar amanece más soneto.
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