Mucho antes de que el hombre primitivo pintara en
las paredes de las cuevas; mucho antes de que el hombre nómada intentara
alentar a sus compañeros para que no se dejaran vencer por las condiciones del
clima en aquellos tiempos; mucho antes, por supuesto, de que las tribus se
establecieran en algún lugar y comenzaran a dictar sus leyes; mucho tiempo
antes de que pasara todo esto, el hombre tuvo que enfrentarse al problema de la
comunicación.
Tanto las imágenes, las palabras y los
textos –recordando, también, que no hay que perder de vista el lenguaje
mediante señas– son herramientas de la comunicación.
Sergio Fernández, en su ensayo “La
comunicación del bien”, retoma precisamente este problema, y, a través de La Celestina tomada como ejemplo,
plantea la siguiente tesis:
“Creemos, no obstante, que para una historia de los
sentimientos, es imprescindible declarar, al de la comunicación, como el
problema fundamental del libro por ser el [problema] que marca su modernidad.”
Sin
embargo, como ya se ha enunciado al principio de este ensayo, el problema de la
comunicación es un problema inherente al hombre desde sus orígenes; no sólo
está presente en la obra de Fernando de Rojas, sino en innumerables obras
literarias y demás.
Se
dice que los temas en la literatura no son más de diez: la vida, la muerte, el
amor, la avaricia del poder, entre otros. Todos estos temas parecen ser los
problemas que la humanidad no ha podido resolver y que, mediante la ficción,
trata de ensayar –y por ende resolver– los temas y situaciones que le han
amedrentado.
En
el caso particular de la literatura amorosa, se puede observar un mayor número
de obras donde “todos vivieron felices por siempre”. Dentro de las obras de
amor no consumado, existen varios motivos por los que la relación entre los
personajes es imposible. Uno de estos motivos es el de la incomunicación. Desde
Romeo y Julieta, tal vez antes con Píramo y Tisbea, hasta el último best-seller
que hable de amor, se desarrolla la historia amorosa, mas siempre ocurre algo
que, por falta de comunicación, obliga a tomar decisiones “inverosímiles” y
arriesgadas que terminan afectando la relación de los amantes y ésta no se
puede consumar.
Así
pues, el problema de la comunicación en la literatura amatoria siempre será
vigente y es algo que se abordará en distintas épocas de diversas maneras; y
hasta que se logre resolver este problema, quizás pueda prescindirse de esta
literatura meliflua y azotada. Incluso resolver o explicar todas las
inquietudes y angustias del hombre para que deje de hacer literatura y se
aprecie el silencio que está de fondo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario