Música

sábado, 22 de septiembre de 2012

LA INCOMUNICACIÓN


Mucho antes de que el hombre primitivo pintara en las paredes de las cuevas; mucho antes de que el hombre nómada intentara alentar a sus compañeros para que no se dejaran vencer por las condiciones del clima en aquellos tiempos; mucho antes, por supuesto, de que las tribus se establecieran en algún lugar y comenzaran a dictar sus leyes; mucho tiempo antes de que pasara todo esto, el hombre tuvo que enfrentarse al problema de la comunicación.
Tanto las imágenes, las palabras y los textos –recordando, también, que no hay que perder de vista el lenguaje mediante señas– son herramientas de la comunicación.
Sergio Fernández, en su ensayo “La comunicación del bien”, retoma precisamente este problema, y, a través de La Celestina tomada como ejemplo, plantea la siguiente tesis:
“Creemos, no obstante, que para una historia de los sentimientos, es imprescindible declarar, al de la comunicación, como el problema fundamental del libro por ser el [problema] que marca su modernidad.”
            Sin embargo, como ya se ha enunciado al principio de este ensayo, el problema de la comunicación es un problema inherente al hombre desde sus orígenes; no sólo está presente en la obra de Fernando de Rojas, sino en innumerables obras literarias y demás.
            Se dice que los temas en la literatura no son más de diez: la vida, la muerte, el amor, la avaricia del poder, entre otros. Todos estos temas parecen ser los problemas que la humanidad no ha podido resolver y que, mediante la ficción, trata de ensayar –y por ende resolver– los temas y situaciones que le han amedrentado.
            En el caso particular de la literatura amorosa, se puede observar un mayor número de obras donde “todos vivieron felices por siempre”. Dentro de las obras de amor no consumado, existen varios motivos por los que la relación entre los personajes es imposible. Uno de estos motivos es el de la incomunicación. Desde Romeo y Julieta, tal vez antes con Píramo y Tisbea, hasta el último best-seller que hable de amor, se desarrolla la historia amorosa, mas siempre ocurre algo que, por falta de comunicación, obliga a tomar decisiones “inverosímiles” y arriesgadas que terminan afectando la relación de los amantes y ésta no se puede consumar.
            Así pues, el problema de la comunicación en la literatura amatoria siempre será vigente y es algo que se abordará en distintas épocas de diversas maneras; y hasta que se logre resolver este problema, quizás pueda prescindirse de esta literatura meliflua y azotada. Incluso resolver o explicar todas las inquietudes y angustias del hombre para que deje de hacer literatura y se aprecie el silencio que está de fondo. 

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